Semana 2: Enfocando la mente

    Objetivos

    En esta segunda semana…

  • Continuarás la práctica regular y diaria en tu lugar especial para meditar.

  • Aprenderás más acerca de cómo enfocar la mente mediante la concentración.

    Lecturas

    Ejercicios–2

    ¿Se calmará mi mente alguna vez?

¡Claro que si! Recuerda que estás intentando disciplinar una mente que ha deambulado suelta durante mucho tiempo. Y, como ya has descubierto, es imposible pararla de golpe. Por eso, esta semana te enfocarás en la práctica de la concentración...(leer más)

    Una Nueva Conciencia

    Durante la primera semana seguramente habrás tenido la siguiente experiencia. En cuanto intentabas aquietar la mente, ¡se te llenaba de un millón de pensamientos! Probablemente te ha impresionado lo enredadora que es la mente. Y como consecuencia, quizá te has desanimado un poco. ¡No te desanimes! Esa es una experiencia universal.

    No obstante, vuelve a pensar un momento en ello; si no habías meditado antes, probablemente esta ha sido la primera vez que has advertido tus pensamientos. Si has sido realmente consciente de tus pensamientos, significa que tienes una conciencia más elevada o más profunda que está separada de tu mente. ¡Este ya es un gran paso! Has alcanzado un nivel de conciencia más allá de lo que la gran mayoría consigue en toda su vida.

    Probablemente todavía te preguntas porque te parecía que tenías más pensamientos en cuanto empezabas a meditar. En realidad no es eso.

    Imagina que tu mente es un coche viajando a gran velocidad por la autopista. Cuando las ventanas están cerradas, vas fluyendo con el coche y no tienes una sensación muy real de la velocidad a la que vas. Sin embargo, si abres la ventana y sacas la cabeza, ¿qué ocurre? ¡¡¡Zas!!! Un chorro de aire te pega en la cara y en seguida tienes una sensación muy buena de la velocidad que llevas.  ¿Estaba siempre ahí ese chorro de aire, moviéndose tan rápido? La respuesta es sí, por supuesto.

    Esto es exactamente lo que ocurre cuando intentas calmar la mente por primera vez. En tu conciencia cotidiana ordinaria vas fluyendo junto a los pensamientos de tu mente, y no te das cuenta de cuantos pensamientos hay ni de lo rápido que van. Pero en cuanto comienzas a meditar, es como si pusieras la cabeza fuera de la ventana del coche y fueras golpeado por un chorro de pensamientos. ¿Estaban siempre allí los pensamientos? Si, estaban, pero no eras consciente de ellos.

    Por lo tanto, si al intentar meditar te das cuenta de que están viniendo millones de pensamientos, no te preocupes. Ser consciente de eso es exactamente lo que necesitas. Una vez que eres consciente de tus pensamientos, sólo entonces, puedes suavemente volver a enfocarte en la respiración, o en la vela, o en el ejercicio que estés haciendo.

 

    Sumario: confía en el jardinero

    •  Confía en el jardinero