Reflexiones sobre la meditación

Janaka Spence

Reflexiones de Janaka Spence - Janaka es escritor y poeta, nacido en Glasgow y actualmente escritor-residente en la Universidad de Aberdeen (Escocia). Escribe novelas, relatos breves, piezas teatrales y poesía. Su primera colección de relatos "Sus colores son hermosos" fue publicada en 1977 y sus novelas más recientes son "Estaciones del corazón" y "La tierra pura". Janaka es miembro fundador del Centro Sri Chinmoy de Edimburgo.

La meditación es silencio, energizador y colmador

Lo bueno de levantarse por la mañana temprano es la quietud, el silencio. El ajetreo del día no ha comenzado realmente, y es un buen momento para sencilamente sentarse tranquilo y meditar.

Mi maestro espiritual Sri Chinmoy – un hombre que conozco hace más de 30 años – lo expresa de una manera hermosa:

La meditación es silencio, energizador y colmador. El silencio es la elocuente expresión de lo inexpresable.

La palabra clave es energizador. Ese lugar tranquilo dentro de nosotros es una fuente de tremenda energía.

Cuando meditamos, lo que hacemos en realidad es entrar en la parte más profunda de nuestro ser. La meditación es como ir hasta el fondo del océano, donde todo está quieto y tranquilo. En la superfície, puede haber multitud de olas, pero abajo el mar no se ve afectado. En sus más hondas profundidades todo es silencio.

Entrar en ese lugar, ahora, lo primero, es utilizar esa fuerza dentro de nosotros, dejar que nos sustente a lo largo del día.

Cuando las olas vienen del mundo externo, no nos afectan. El miedo, la duda, la preocupación y todas las agitaciones terrenales sencillamente serán barridas.

Tómate un momento para respirar. Respira despacio y suavemente. Usa tu imaginación, siente que estás exhalando toda la basura de la que quieres deshacerte. Siente que estás inhalando energía pura.

La meditación es silencio, energizador y colmador.

¡El silencio libera!

Sri Chinmoy cuenta una historia sobre un hombre piadoso que estudiaba devotamente las escrituras y a quien le gustaba discutir sobre filosofía con un erudito que venía a visitarle. Vivamente conversaban sobre el camino hacia la liberación espiritual, pero en lo profundo de su corazón, este hombre sabía que esta charla sin fin no le acercaba más a la consecución de su meta. Ahora bien, sucede que el hombre tenía un pajarillo en una jaula en su habitación, y le gustaba oírle cantar. Pero una mañana advierte que el pájaro no está cantando nada, se ha quedado completamente callado. Habla con el pájaro, intenta persuadirle, pero este no emite el menor sonido. Finalmente el hombre abre la jaula y el pájaro, en un instante, sale volando de la jaula, escapa por la ventana abierta de la habitación, y remonta hacia la libertad infinita del cielo.

El pájaro ha enseñado a su dueño una importante lección espiritual. ¡El silencio libera!

Podemos hablar sin fin, discutir, debatir, argumentar. Pero la auténtica verdad de las cosas, la descubrimos en el silencio. Finalmente tenemos que hacer callar a la mente y su parloteo, decubrir la inmensidad en nuestro corazón y elevarnos en ella.

Esa imagen del ave volando, yendo más allá de lo mundano, es el núcleo de una de las canciones devocionales de Sri Chinmoy:

Oh ave de mi corazón,
sigue volando, sigue volando.
No mires atrás.
Lo que el mundo ofrece
es insignificante, inútil
y totalmente falso.
Ave de mi corazón,
sigue volando.

Y se presenta de nuevo en uno de sus sencillos y hermosos poemas mántricos:

Mi Señor, un pajarillo
reclama el cielo infinito.
Igualmente lo finito en mí
anhela reclamar
Tu Infinito Absoluto.

El silencio libera. La meditación habla

Hace algunos años edite una pequeña colección de escritos de mi maestro Sri Chinmoy sobre meditación. Lo titulé "La enseñanza silenciosa". En la introducción escribí que el título podría parecer extraño, incluso paradójico. Para la mente acostumbrada a considerar la enseñanza como una instrucción, o una demostración práctica, la noción de que tal proceso pueda ser silencioso, sin palabras, podría ser difícil.

Pero al hablar de meditación, estamos moviéndonos en un campo donde, tradicionalmente, la verdad es comunicada directamente, en silencio, por una mirada, un gesto, un toque.

Uno de los ejemplos más conocidos es el Sermón de la Flor de Buda. Buda llegó para hablar ante una gran audiencia y su discurso consistió en ¡sostener una flor! Uno de sus seguidores, Maha Kashapa, respondió sonriendo, y Buda dijo en ese momento que el discípulo lo había recibido todo. La enseñanza no es transferida en palabras, dijo, sino en silencio.

Sri Chinmoy expresa la misma verdad: Todos los verdaderos maestros espirituales enseñan en silencio.

Pero más allá de eso además, se da cuenta de que nuestro propio 'verdadero maestro' está profundamente dentro.

Tu mente tiene una riada de preguntas.
No hay más que un maestro que pueda responderlas.
¿Quién es ese maestro?
Tu corazón amante del silencio.

Este 'corazón amante del silencio' es la receptividad misma. Es nuestra capacidad para estar inmóviles, abiertos, y sencilamente escuchar. La mente tiene todas las preguntas. El corazón tiene, y es, la respuesta.

La meditación habla. Habla en silencio. Revela que nuestra vida es la Eternidad misma.

El florecimiento de nuestra indomable voluntad interna

He estado hablando mucho acerca del silencio. (Y eso es una típica paradoja en sí misma – ¡hablar del silencio!) Pero hay claramente diferentes niveles y calidades de silencio.

Hay una historia hindú acerca de cuatro monjes que deciden, a modo de disciplina espiritual, mantener un dia de silencio. De esa manera pueden estar más enfocados y concentrados, no gastar su energía en charla trivial o entrar en discusiones inútiles.

Bueno, todo va bien a lo largo del día. Ellos van a hacer sus tareas sintiéndose muy virtuosos y mostrándose gran respeto mutuamente. Entonces, al atardecer, comienza a oscurecer, y uno de los monjes, que está muy ocupado preparando la cena, dice "Alguien debería encender la lámpara". El segundo monje se vuelve hacia él y le dice, "¡Has hablado!" El tercer monje dice, "¡Callaos los dos!" Y el cuarto monje dice, "¡Ahora soy yo el único que no ha roto el voto de silencio!"

Guardar incluso un silencio externo – mantener nuestra boca cerrada – es más difícil de lo que podríamos imaginar. Mucho más difícil es mantener un silencio interno – la ausencia de pensamiento. (¡Tan sólo intenta no pensar durante un minuto!)

Sin embargo, como dice mi maestro Sri Chinmoy, hay además niveles más profundos. Él habla acerca del silencio externo y el silencio interno, y luego del silencio más hondo.

Él escribe:

Este silencio no es la ausencia de sonido. Ni siquiera es la ausencia de pensamientos. Es el florecimiento de nuestra indomable voluntad interna.

Es esa cualidad dinámica lo que caracteriza la verdadera meditación:

Más allá del discurso y de la mente,
en el rio de Luz siempre fulgente
se sumerge mi corazón.
Hoy miles de puertas
cerradas durante milenios
están abiertas de par en par.

La meditación no es un ejercicio de escape

Recientemente asistí a una actuación de la artista americana Laurie Anderson. En medio del espectáculo ella hizo una referencia al silencio. Se quedó muy quieta, en el centro del escenario, y mantuvo completo silencio durante dos minutos. El silencio fue bastante confortable – era esta una audiencia sofisticada, conocíamos nuestro minimalismo, nuestro John Cage – este era uno de esos silencios, ¿verdad? Entonces hizo el comentario de que cuando eso ocurría en la radio, o aún peor, en la televisión, era causa de pánico. ¡Aire muerto! ¡El vacío tenía que ser llenado!

También socialmente – por ejemplo cenando alrededor de una mesa – si se produce un silencio hay un nerviosismo, un carraspeo de gargantas, antes de que alguien irrumpa con 'yo.... eh... vi este programa en la televisión..." En tales situaciones, hay un miedo al silencio, una vergüenza, una impresión de sentirse expuesto.

Y es verdad, creo, en un nivel más profundo, que el silencio es algo que tememos. Aire muerto. Llena el espacio. Enciende la tele. Enchufa los auriculares. Grita por el teléfono móvil. Cualquier cosa mejor que afrontar el vacío, porque eso significaría enfrentarnos a nosotros mismos.

La meditación es el hecho mismo de enfrentarnos a nosotros mismos, aceptando el silencio.

Sri Chinmoy escribe:

La meditation no es un ejercicio de escape... El buscador que medita es un guerrero divino que hace frente al sufrimiento, la ignorancia y la oscuridad e intenta establecer el reino de la luz-sabiduría.

Y con perseverancia, alcanzamos las profundidades de nuestro ser, nuestro ser verdadero.

Cuando meditamos, lo que hacemos de hecho es entrar en una mente vacante, calma, quieta, silenciosa. Profundizamos en nuestro interior y nos acercamos a nuestra verdadera existencia, que es nuestra alma.

El eterno Ahora es la única realidad

Al comienzo, he citado a mi maestro Sri Chinmoy, hablando sobre la meditación como una inmersión profunda en nuestro interior. Aquí hay otro pasaje donde amplia esa idea :

¿Cómo meditamos silenciosamente? Tan sólo por dejar de hablar, tan sólo por no utilizar palabras, no estamos haciendo meditación silenciosa. La meditación silenciosa es algo totalmente distinto. Cuando comenzamos a meditar en silencio, sentimos el fondo de un océano dentro y fuera de nosotros. La vida de actividad, movimiento e inquietud está en la superfície, pero abajo en la profundidad por debajo de nuestra vida humana, hay equilibrio y silencio. Imaginamos este océano de silencio en nuestro interior, o sentimos que no somos sino el mar de silencio mismo.

Y el ideal es llevar este equilibrio a la vida cotidiana. La vida espiritual en una vida de equilibrio – silencio en el corazón de la acción, pero también dinamismo en el corazón de la meditación silenciosa.

Sri Chinmoy describió una vez la diferencia entre oración y meditación de la siguiente manera : 'Cuando rezo, yo hablo y Dios escucha. Cuando medito, Dios habla y yo escucho'.

Meditación es ese escuchar, atentamente y en silencio, a la voz de lo Absoluto dentro de nosotros.

Hay una manera especial de escuchar la Voz de Dios, y esta es meditar en silencio. Entonces no hay mañana, no hay ni siquiera nada llamado hoy. Todo es ahora. El eterno Ahora es la única realidad.

-- Janaka Spence